Hoy día más que nunca hay condiciones para consignar la importancia de un hecho histórico que, aunque ha sido divulgado debidamente por los historiadores de la educación, vale la pena recordar una vez más por su potencial vigencia en relación a nuestra actual enseñanza media y formación docente.
La
maestra Enriqueta Compte y Riqué (Barcelona 1866-Montevideo 1949, llegada a
Uruguay a los siete años de edad) no es sólo la fundadora del primer Jardín de
Infantes Público de nuestro país en 1892, condición suficiente para que ganara un
puesto de privilegio en la historia de la educación uruguaya. Es también la principal impulsora de la nueva
educación o nueva pedagogía que venía implementándose en la
enseñanza primaria en varios países bajo el influjo de los avances en las
ciencias experimentales de la época.
El hecho respondía al intento de complementar la tradición
en la enseñanza escolar, intuicionista y pestalociana, con los nuevos
desarrollos científicos. Si bien a esa tradición no le faltaban connotaciones psicológicas
y éticas de gran valor práctico, de todos modos era preciso actualizarla
mediante los aportes de las nuevas ciencias, la psicología experimental o la
incipiente psicopedagogía. Por aquel entonces sus novedades despuntaban en
nuestro país a través de las obras de John Dewey, Ovidio Decroly u Horace Mann,
y también por las incursiones de Vaz Ferreira en las nuevas tendencias
psicológicas (de W. Wundt, especialmente), de Pedro Figari y Clemente Estable.
La formidable significación de la obra de José Pedro Varela,
en La Educación del Pueblo de 1874 y La Legislación Escolar de
1876, permaneció sobreviviente y actuante en la escuela gracias a la obra de un
puñado de maestras llamadas por eso “varelianas”, en un primer impulso por
corresponderse con el espíritu de la reforma, y que se fue enriquecido en el
siglo XX por algunos notables influjos, como el Proyecto de Compte y Riqué. Por
lo demás, está redactado con la misma brillantez que la de sus ideas, por su
escritura de gran precisión, firmeza y elegancia.
INFLUENCIAS Y CONCEPCIÓN PROPIA
Creemos
que sería en gran parte desconocido el “Proyecto de Creación de una Facultad de
Pedagogía” de Enriqueta Compte y Riqué del año 1918 si no fuera por el trabajo
de divulgación de maestras investigadoras e historiadores de la educación. El
texto completo, de 363 páginas, figura en el volumen Estudio y trabajo,
editado como homenaje en Montevideo en el año 1933. Contiene una exposición de
las dificultades que se observan en el aprendizaje del niño, no superadas hasta
entonces, en estrecha correspondencia con las limitaciones en la formación de
los maestros, en quienes la carrera prepara de una forma intelectual y más bien
abstracta. El historiador de la educación y profesor emérito Agapo Luis Palomeque
aclara que el proyecto de Facultad de Pedagogía estuvo pensado fuera de la
órbita de la Universidad y que, aunque encontró el respaldo del Ministro de
Instrucción Pública Enrique Rodríguez Fabregat en 1929, nunca fue sancionado. Y
señala el “principio cardinal” de Compte y Riqué, según el cual “todos los
estudios de la Facultad de Pedagogía deberán ser ‘teórico-prácticos, de
observación y experimentación’; y que ‘serán lugares de clase, todos los
Laboratorios e Institutos de Experimentación y Producción’ que funcionen bajo
la órbita del estado, más los privados ‘que quieran prestar su concurso, en esa
forma, a la obra de progreso nacional’” (Palomeque, 2012, 368).
No sólo fue el kindergarten de Friedrich Fröbel, padre de la educación
prescolar y de los jardines de infantes en el siglo XIX, lo que inspira a la
maestra uruguaya, ni sólo la avanzada pedagogía que contienen los escritos de
José Pedro Varela. Ella conoce las innovaciones y sugerencias más importantes
de las corrientes que influirán en los pedagogos y psicólogos en el siglo XX y
que desemboca en la llamada “escuela activa”. Están en el origen de las
tendencias científicas y filosóficas que allanan el trabajo y permiten los
desarrollos de la psicología y de la pedagogía desde Decroly y Claparède a
Piaget y Vygotski (y en Uruguay desde Clemente Estable a Cledia de Mello).
Nos referimos a uno de los puntos cruciales en la
concepción de Compte y Riqué, por el cual se advierte lo que contiene de
genuino, quizá relacionable con uno de los fundamentos de la nueva pedagogía
uruguaya que, sin embargo, no se diseminó como habría sido de esperar ni se
conceptualizó con energía en la formación docente. Ella lo expresa del
siguiente modo: “Debe hacerse propaganda para conseguir que la enseñanza
profesional del maestro introduzca en su programa la Psicología Experimental
por el método de observación, estudiando al niño en distintas fases de
su desarrollo, como individuo y como elemento del conjunto que se llama clase o
grupo escolar.” (página 12 de Estudio y trabajo, subrayado nuestro)
Las virtudes del “método de
observación” era lo que faltaba en los programas de formación docente,
reemplazado tradicionalmente mediante sustitutos teóricos, indudablemente
serios y bien fundados en forma especulativa, pero que no promovían un hábito
primordial en el maestro. Es uno de los principios básicos de la ciencia
experimental, que había tardado en conquistar la teoría psicológica y aún más
la pedagógica. Se puede decir que en pedagogía por este principio no se trata de
buscar la confirmación de los conocimientos en el desempeño del niño sino, más
bien, buscar en el niño la fuente de lo que se pueda saber de él por las
teorías y de ese modo enriquecerlas y volverlas fértiles, es decir,
oportunamente didácticas.
Además, va implicado el trabajo de incentivar lo que el
propio maestro puede descubrir en su propio ámbito, sea el entorno favorable o
adverso. No sólo en cuanto a las posibilidades manifiestas del niño, sino
también en cuanto a sus potencialidades, a su enorme capacidad para desplegar
el orden de las relaciones y la evolución de su sensibilidad física y mental.
Este principio, que parece servir de base a la concepción de Compte y Riqué, es
también el que gobierna el método concebido a mediados del siglo pasado por la
maestra riverense Cledia de Mello de Tourné.
PEDAGOGÍA DE NUEVO CUÑO Y CÓMO IMPLEMENTARLA
Es
imposible transmitir cabalmente todo lo que surge del texto, su inteligencia y
su intuición pedagógica incomparable. Pero quizá baste con el siguiente
fragmento que contiene un diálogo singular de Estudio y trabajo: “En
1915, una niña alumna de sexto año me preguntó: —¿Para qué sirve aprender a
marchar en fila? El tono de la interrogación, sin asomo de ironía, naturalmente
candoroso, denotaba que el asunto tenía para ella tanto interés como cualquiera
de los problemas difíciles que la maestra le proponía en clase. No pude
contener una sonrisa desconcertante para la niña, pensando que esa cuestión
podría encabezar un buen capítulo de ciencia pedagógica o social. ¿Por qué se
aprende a marchar en fila? Hube de ser sincera y dije: —Marchar en fila, es
conveniente para el orden algunas veces; pero marchar hombro tras hombro,
mirando siempre la cabeza del que va adelante, doblando a un tiempo la misma
rodilla, contando el paso de la misma manera; ir y venir formando tales y
cuales líneas, sólo conviene para un efecto del momento; a la vida no le sirve
para nada’. Nunca olvidaré ni el acento ni el semblante que acompañaron esta
exclamación: —¡Oh! ¡Y cuántas penitencias se han dado en las escuelas por ir
mal en la fila!”
Cree que es necesario elaborar un
programa especializado para maestros, como se hace en el plano de todas las
profesiones, universitarias o industriales, agronomía, veterinaria,
odontología, medicina, también militar, naval, etc. Critica que la pedagogía se
enseñe a los maestros sólo al final de la carrera. “Conozco una maestra que en
quince días preparó el examen teórico de Pedagogía, y lo dio con resultado
bueno. Ella poco sabía del trato de niños, porque no los hay en su familia…
¡Cuántas maestras se han hecho cargo de una clase sin más caudal teórico que el
que representa el caso referido!” (19) Antes de Estable, formaliza una
reflexión sobre las vocaciones (23) y concluye proponiendo el siguiente plan de
estudios: 1º Estudio de vocación del aspirante a maestro. 2º Estudio psíquico
del niño. 3º Estudio psíquico de la clase. 4º Metodología general basada en el
estudio de la clase. 5º Metodología general basada en el estudio del niño.
Propone mantener el plan de estudios de siempre para los Institutos Normales,
para no entorpecer su actividad, sino para aplicar el nuevo en una Facultad de
Pedagogía para aspirantes a maestros que rindan examen libre.
El proyecto se adelanta a su época
y, como sugerencia de todas las iniciativas que vendrán después, para nada
quiere modificar lo que ya está hecho y realizándose normalmente. Propone, en
cambio, lo que podría entenderse como “experiencia piloto”, una renovación
pedagógica y educativa, siempre bien vista por las autoridades uruguayas en el
siglo XX, que luego pudiera replicarse y suplir a la anterior ya superada. Por
lo demás, completamente independiente en su carácter experimental, libre de
toda otra influencia institucional para que su desarrollo dependa sólo de sus
fundamentos originales y pueda ser controlada y finalmente considerada,
comparada y juzgada en plena libertad.
Es algo distintivo de las grandes reformas, y el
procedimiento sugerido por Compte y Riqué responde al mismo criterio con que se
manejó la reforma de José Pedro Varela, que se aplicó en el colegio privado Elbio
Fernández para después aprobarse en la esfera pública. Igualmente, el Plan
Estable, que demoró en autorizarse para su desempeño en Enseñanza Primaria,
pero también las experiencias en las escuelas de Malvín en Montevideo, Progreso
y Las Piedras en Canelones a raíz de la iniciativa de las autoridades de
Primaria; el trabajo del maestro Agustín Ferreiro en favor de las escuelas
rurales y de la formación del maestro rural; el plan renovador en la enseñanza
de las matemáticas en los liceos con la debatida “teoría de conjuntos”; las
Misiones Pedagógicas del maestro Julio Castro; la experiencia en La Mina del
maestro Miguel Soler; la de Jesualdo Sosa en la escuela rural de Riachuelo; la
propuesta de Cledia de Mello que funda una escuela experimental en Montevideo,
enseña a maestros en todo el país e inicia el sistema de “clases
abiertas”.
UNA INQUIETUD DE ACTUALIDAD
La
historia de la educación uruguaya sugiere que antes de reformar se experimente,
se ensaye, intente y finalmente compruebe, para luego valorar y decidir qué
modificar y con ello generalizar, llevar a todos los involucrados los
beneficios obtenidos, ya confirmados como tales. En educación es difícil si no
imposible conocer de antemano lo que las épocas han vuelto anticuado o caduco
y, más todavía, conocer qué es lo que requiere la etapa social y económica en que
se vive.
Sin duda, la inteligencia de los jóvenes está sometida a
múltiples cambios, que son los cambios inherentes al ineluctable devenir de los
hechos sociales y a los imprevisibles cambios de la convivencia y de las
relaciones económicas y tecnológicas que invaden la vida de las comunidades. Pero
los recursos con que cuenta la inteligencia joven para acomodarse enseguida a
las situaciones que hasta superan a la de sus progenitores, no han cambiado
tanto y, en esencia, en lo que atañe al desarrollo de las capacidades psíquicas
y neurológicas, son casi los mismos.
Desde Darwin se sabe que la inteligencia no aumenta ni
disminuye por sólo el transcurso del tiempo, y que lo que ocurre con ella en su
vicisitud concreta es lo que la modifica, lo que se ve obligada a hacer, a
desarrollar y hacer crecer para alcanzar las vías de la mejor supervivencia.
Por lo que forzar el cambio, apresurar las técnicas de los aprendizajes sólo
porque han cambiado las formas de la convivencia, es algo que debe pensarse
bien, que debe confirmarse mediante el estudio del tipo que recomendaba Enriqueta
Compte y Riqué en su Proyecto.
La conciencia profesional de Compte y Riqué se parece a un
puesto de “observación y de estudio”, para decirlo con sus mismas palabras.
Cree que es imprescindible que junto al aprendizaje teórico el maestro curse
una práctica docente antes de recibirse, porque no puede entrar a dar clase sin
una experiencia directa en el aula. Guardaba una capacidad innata para distinguir
“la novedad de la novelería”, porque si “en tal parte observan, estudian,
descubren, nosotros también debemos observar, estudiar, descubrir…” (citado por
Elizabeth Ivaldi en Palomeque, 205).
Había viajado por Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y
Suiza, a raíz de habérsele encomendado en 1889 por la Dirección General de
Instrucción Pública la misión oficial de “conocer la organización y los métodos
de los Jardines de Infantes europeos”. Su obra surgía con no poca justificación
por su severa crítica que “realizaba al funcionamiento de las escuelas de 1er.
Grado existentes”. Y en 1917 la doctora italiana María Montessori, de recalada
en Buenos Aires, mantuvo un encuentro con Compte y Riqué, del cual surgieron
algunas sugerencias que supo tener en cuenta (Ivaldi, en Palomeque, 196, 208 y
220).
Compte y Riqué introduce definitivamente el criterio según
el cual se impone “el conocimiento y el respeto por la individualidad del niño”.
“La observación de los niños, y el registro en forma de ‘biografías’, fue una
práctica instalada en el Jardín de Infantes de Montevideo desde el momento de
su fundación”. Elizabeth Ivaldi transcribe esta reflexión de Compte y Riqué en Estudio
y trabajo: “los métodos de enseñanza son, en general, artificiosos… porque
se dirigen a un niño concebido por estudio introspectivo de las facultades
desenvueltas en el hombre adulto” (ib., 216).
La teoría es puesta a punto; el
volumen Lecciones de mi escuela contiene un serie de estampas de la vida
en la escuela de gran valor pedagógico. Puede considerarse canónica, no sólo
por contener anécdotas y estampas de la vida curricular, sino principalmente
por constituir ejemplos enriquecedores para la teoría. Es lo que suele surgir
del trabajo con niños más allá del significado momentáneo y ocasional, en lo
que guardan como contenido a tener en cuenta como pedagogía nacida de las
condiciones reales del niño. Por lo que son las mejores para tener en cuenta en
la confección de las proposiciones pedagógicas que, si son auténticas y
alcanzan el plano de una posible generalización, en el propósito de servir a
todos los estamentos de la sociedad, pueden llegar a formar parte de la
historia de la educación. Estas estampas, todas surgidas de la vida en común
con los niños en el Jardín de Infantes, eran registradas también mediante la
toma de fotografías que la maestra realizaba personalmente.
REFERENCIAS:
COMPTE Y RIQUÉ, Enriqueta (1933). Estudio y trabajo,
Montevideo, Edición Homenaje.
COMPTE Y RIQUÉ, Enriqueta (1933). Lecciones de mi
escuela, Montevideo, Edición Homenaje.
PALOMEQUE, Agapo Luis y Equipo (2012). Historia de
la Educación Uruguaya, T. 3, Montevideo, Ediciones de la Plaza.
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