Ardao reflexiona sobre las formas
en que los famosos condicionamientos a priori kantianos se reflejan en
los distintos dominios de la percepción y el intelecto. Pero es Bergson quien
provoca la reflexión. Ya el "Fragmento preliminar" alude al
"espacio vivido" en atención a los enfoques del filósofo francés
sobre el tiempo, y también en los dos textos siguientes. En "Relaciones
entre el espacio y la inteligencia" aparece la posición de Eugenio
Minkowski en torno al problema de la conciencia del tiempo. Ardao distingue
entre conciencia natural y conciencia científica, y cita un pensamiento del
psicólogo francés que viene a concluir, influido por Bergson, en que el tiempo
es lo que meditamos sobre el tiempo (p. 30). Es una proposición extraordinaria
que abre la imaginación y lo que la imaginación brinda tanto a la razón
experimental como a la especulación.
En esa sencilla fórmula se
presenta el misterio, más que el problema del tiempo. Parece asomar, aunque
sólo implícitamente, la figura precursora de Kant, con quien queda encuadrado
lo principal de los dos grandes aspectos del papel del espacio y el tiempo
sobre la conciencia humana, el conocimiento y la acción.
Es un misterio, más que un
problema, porque desde hace mucho tiempo no existe ninguna explicación que
pueda acaparar la atención y convertirse en una hipótesis seriamente
defendible. Las teorías sobre el origen del universo, por ejemplo, admiten,
cada una, cierta adhesión, contienen argumentos racionales y alguna hasta
experimentales, como la radiación de ondas de fondo en el caso de la teoría del
big bang. Pero las opiniones sobre el tiempo no alcanzan a ser teorías
acabadas al no contar con alguna reflexión fehaciente y menos con
comprobaciones experimentales. Actualmente, el físico teórico italiano Carlo
Rovelli ha escrito un libro con el título ¿Y si el tiempo no existiera?,
prueba de que seguimos sin saber a ciencia cierta qué es el tiempo.
El núcleo de los intereses de
Ardao es la "duración" o "tiempo vivido", cualitativo,
concreto y heterogéneo, según señala, en contraste con la "extensión,
espacio contrapuesto a la vida, cuantitativo, abstracto, homogéneo. Cabe señalar,
de paso, que en Husserl es fundamental el "espacio vivido", que se
puede captar por la epojé en contraste con el espacio referencial y con el
tiempo cronológico. Este espacio vivido es lo que cuenta en la vida cotidiana;
no en lo que respecta a la apreciación del mundo y de la vida como objetos
descriptibles y explicables, sino, particular y fundamentalmente, en lo que
respecta a cómo se vive la vida por dentro y en relación con las cosas que
componen nuestro entorno.
"Espacio e inteligencia"
y "Lógica de la razón y lógica de la inteligencia" son dos de las
fuentes primarias de una filosofía del espacio. De la obra general de Ardao se
desprende una filosofía de la inteligencia, es decir, una interpretación
trascendente de cómo obra la inteligencia humana a través de la historia. Por
esta razón el título "Espacio e inteligencia" sugiere los dos grandes
temas que dominan la reflexión general: tiempo e inteligencia y espacio
e inteligencia. Y, aunque con frecuencia las etiquetas resultan insuficientes o
erróneas, la denominación filosofía del espacio no parece inapropiada.
Encara el espacio desde el punto
de vista de las relaciones, pero más allá de como lo venía haciendo la
tradición filosófica, de Aristóteles a Newton y de éste a Einstein. No cómo
relaciones entre un recipiente en el que hay objetos, o como extensión, ni
tampoco como entidad lógico- matemática. Porque no se trata de saber si el
espacio resulta de las relaciones entre las cosas o si es una entidad
independiente de las cosas, así como tampoco se trata de las cosas como
entidades independientes del espacio.
No se incluye a Newton, es decir,
al espacio como entidad absoluta, fija o inmóvil, en la que pueden contenerse
objetos de toda clase que pueden medirse sin que intervengan perspectivas de
ninguna clase. Pero, aunque se admite la inclusión del tiempo en la dimensión
del espacio (como la razón en la dimensión de la inteligencia), tampoco
conforma el enfoque einsteniano, aunque sin para nada rechazarlo. Parece sentir
que, si bien se trata de la explicación más convincente, de todos modos, no
satisface el sentir de la percepción cotidiana, de la escala en la cual se
mueve la conciencia y que construye una idea del mundo y de la vida.
En consecuencia, no investiga
relaciones entre cosas ni entre recipientes y contenidos. Lo seduce la
concepción bergsoniana, y a partir de ella llega a una conclusión capital en
"La antropología filosófica y la espacialidad de la psique" (página
49 de la edición de 1993). Concluye que "Todo lo espacial es extenso, pero
a la vez intenso, del mismo modo que todo lo temporal es intenso, pero a la vez
extenso". Y prosigue: "Extensión e in-tensión, o
simplemente tensión, son dos caras de una sola y misma realidad, de lo
real".
Desde esta proposición consecutiva
da un salto con el fin de rendir cuenta de los otros dos aspectos en cuestión.
Dice: "La temporalidad del espacio en cuanto extensión genera el orden de
la simultaneidad, o sea del al-mismo-tiempo; la temporalidad del espacio en
cuanto tensión genera el orden de la sucesión, o sea del antes-después."
Como se puede apreciar, no recurre
a las consabidas nociones con que suele tratarse el problema hoy en día, la de
recipiente, por el lado newtoniano, o la de perspectiva por el lado
einsteniano. Encara el problema de cómo influyen los límites de la percepción
sobre el conocimiento: Afirma: "No se trata de un dualismo de la
espacialidad, de la coexistencia de dos espacios, así como no se trata de un
dualismo de la temporalidad, de la coexistencia de dos tiempos. Se trata de un
solo y mismo espacio, siempre temporal, que por un lado es exterioridad y por
otro interioridad". Con esto Ardao parece querer corregir a Bergson y aun
declarar ajena la teoría de Einstein en el campo de la comprensión a escala no
matemática.
A renglón seguido va al punto que
más le interesa: "La interioridad no es siempre subjetividad, en el
sentido del sujeto psíquico: en lo estrictamente físico hay ya una interioridad
intensa de la exterioridad extensa, por donde fluye la temporalidad. Con mayor
razón la hay en lo vital. Esta interioridad se convierte al fin en subjetividad
al nivel ontológico de lo psíquico, por la introducción de la conciencia; pero
se convierte en subjetividad sin dejar de ser, en el espacio-tiempo, la
interioridad intensa de una exterioridad extensa."
Discute el "espíritu"
del cual habló Max Scheler, un espíritu carente de espaciotemporalidad. Para
Ardao, "todo fenómeno psíquico tiene un aquí como tiene un ahora" (p.
50). No hay duda de que se aparta de todo idealismo, apelando más bien a una
racionalidad de tipo psicologista. O, quizá, a una teorización que se maneja en
el nivel de una metafísica extensional o, definitivamente, de una ontología
de la psiquis.
Esta ontología de la psiquis se
revela y comprueba también en la concepción de las lógicas de la inteligencia.
Estas lógicas se ocupan de la realidad operativa de las personas, en un plano
de cotidianeidad en el que el sentido común pide que se lo oiga. Es decir, de
la necesidad de establecer una clase de verdad y otra de falsedad diferentes,
que tengan que ver con la realidad del día a día humano, de la vida y del saber
comunes y corrientes.
Son lógicas no formales, como lo
es la simbólica o matemática, ni semánticas, como la que subyace y gobierna la
racionalidad pura en el discurso teórico. Son verdaderas filosofías funcionales
que abarcan la subjetividad, la espiritualidad, la moral y los valores. Lógicas
experienciales que apoyan la obra global de la inteligencia en la praxis de
vida.
¿Esto es suficiente para hablar de
una filosofía, para hablar de Ardao filósofo, como él habló de Bello filósofo? Nos
parece que es más que suficiente. ¿Qué se necesita para advertir que estamos
ante la filosofía, aún, ante una filosofía, de una filosofía original,
con matices claramente diferentes, nuevas proposiciones, preguntas nunca hechas,
relación con el pensamiento anterior, inspiración ajustada a los cánones
establecidos, espíritu de ampliación y de renovación?
Hay una página, al final del
apartado "De hipótesis y metáforas", en la que Ardao fija en un solo
párrafo su posición respecto al misterio del tiempo. Evoca el verso de Emilio
Oribe "El tiempo fluye y pasa por la mente", y apunta enseguida que
"La verdad poética no es en este caso la verdad ontológica. Es la mente la
que fluye. Pero, todavía, si fluye no es por otra cosa que por ser –ella misma–
parte integrante del espacio, única fluyente realidad, único ser en
devenir. La fluencia del espacio es precisamente el tiempo". Y en nota al
pie, como si se tratara de sólo un apunte para curiosos, Ardao insinúa un título
más adecuado para el Historia del tiempo de Stephen Hawking, el de Historia
del espacio, porque el tiempo ya está en el vocablo
"historia".
Es posible cotejar esta página con
esta otra de Henri Bergson:
“La mayor parte del tiempo vivimos
exteriormente a nosotros mismos y percibimos sólo el fantasma descolorido de
nuestro yo, sombra que la pura duración proyecta sobre el espacio homogéneo.
Nuestra existencia se desarrolla, por tanto, en el espacio más que en el
tiempo: vivimos para el mundo exterior antes que para nosotros mismos; más bien
que pensar, hablamos, y más bien que actuar nosotros mismos, ‘somos actuados’”
(citada por Remo Bodei, 2006, Destinos personales,
Buenos Aires, El cuenco de plata, página 215; la cita pertenece a Los
datos inmediatos de la conciencia, de Bergson, obra de 1889).
Bergson sólo cuenta con la
introspección para levantar el monumento fascinante de su obra, y entra a
tallar en el problema del tiempo. Es tal el influjo de sus libros, la sugestiva
y depurada construcción de su discurso, que termina resintiéndose el todavía
hercúleo concepto de razón. De la misma manera cambian los parámetros con que
se evaluaba la noción de lo mental, la idea de tiempo y el concepto de energía
psíquica que hoy llamaríamos acción neural.
Noviembre, 2025

No hay comentarios.:
Publicar un comentario